miércoles, 11 de junio de 2008

De Juglares y Clavicémbalos...

Es una noche de un frío terrible que hiela las orejas. Además está lloviendo demencialmente. Los goterones son grandes y dañan las escasas cabezas que van sin sombrero ni protección. El ruidoso traqueteo de las calesas crea un concierto cacofónico y desesperante. Los pordioseros por las calles ya no saben donde meterse una vez que son echados a patadas de las tabernas del lugar. Las nubes han adquirido un color negro carbón encima de las cuales el cielo parece proferir insultos que vienen de la boca del Mismísimo, excomulgando hasta al protestante más recalcitrante...

Dentro de un teatro amplio y casi a rebosar decenas de hombres se quitan sus casacas empapadas y las mujeres hacen lo propio con sus abrigos. La gente se saluda cortésmente y comienza entre todos un cotorreo absurdo en el que unos a otros se dicen muchas cosas sin decirse nada en absoluto. Cuando todo el jaleo disminuye un tipo con chaqueta y pantalón negros y una camisa blanca como el algodón, blandiendo un palo delgado en su mano derecha se coloca de espaldas al público en un pequeño estrado en el centro del escenario. Antes habían aparecido unos cuantas personas, asiendo instrumentos, a los que nadie había echado cuenta alguna y se habían ordenado marcialmente. Un silencio de hierro se hace en la sala. El director de la orquesta, un tipo algo extravagante y de un peinado de gusto dudoso, comienza a contorsionar su cuerpo con movimientos sospechososamente frívolos, se tranquiliza, mira al proscenio, agita su batuta y comienza esta música:




Se trata del primer movimiento del Concierto de Brandenburgo Nº1 . Compuesto por un tal Johann Sebastian Bach... Hemos entrado en la máquina del tiempo para regresar al año 1726. Nos encontramos en la ciudad de Leipzig, en Alemania. Estamos en plena época del barroco tardío.

Ahora damos un pequeño salto en el tiempo y nos vamos al año 1960, concretamente hasta la ciudad de Blackpool, en Inglaterra. Un adolescente rebusca por entre los vinilos antiguos que hay en un baúl oxidado. Al ir pasando los discos el polvo le ciega a ratos los ojos. Observa un disco con curiosidad, lo limpia con un trozo de tela y lo pone en el pick-up que le regaló su madre. La música le suena de algo...¡Ah sí! Es uno de esos discos que su padre escucha de cuando en cuando. Le suena...es una de esas melodías antiguas con un ritmo pegadizo y rápido. Sus oidos comienzan a sentir agrado. Más tarde ese agrado se convertirá en cierta satisfacción. Finalmente, tras haberlo escuchado detenidamente en los consecutivos días se convertirá en placer. Se pregunta ¿Cómo cojones no he echado nunca cuenta de esta música? Bueno...más vale tarde que nunca. En la portada del vinilo dice "Concierto de Brandenburgo Nº1 en fa mayor; BWV 1046"... Así que comienza a practicar música de ese tal Bach con su flauta travesera. Como también tiene un teclado practica con él a modo de clavicémbalo.

Ahora cerramos los ojos y viajamos en el tiempo de nuevo, concretamente al siglo XIV y a la Provenza italiana: Estamos en mes de julio y hace un calor bastante húmedo. Los pastores y los perros jadean tumbados a la sombra de los pocos árboles que bordean el sendero. Uno de los primeros se ha quitado el chaleco sin mangas y se lleva el pellejo con vino a la boca, resvalándole el líquido por el cuello. Al pasar junto a él una campesina le echa una mirada lúbrica y se avalanza sobre ella comenzando a manosearla por todos lados con cara de sátiro. Ella responde únicamente riendo y se zafa de este, continuando su camino. A las riendas de un mulo va un chico joven con sombrero roído y ropa desgastada en dirección al pueblo. Al entrar en este los chiquillos harapientos que lo ven se lanzan riendo contra él y empiezan a curiosear, tocando todo lo que el viajante lleva encima...que realmente es poca cosa. Las casas abren sus contraventanas para informarse de la novedad. Al fin, el joven se apea de su caballo y, tras almorzar modestamente en una tasca (su saquillo no le da para más...), se cambia de ropa, descuelga del burro unos instrumentos musicales y se dirige a la plaza del pueblo. Su semblante ha cambiado radicalmente. La ropa que lleva es ajustada y de colores chillones que el sol hace muchos más brillantes. Los niños gritando enfervorizados se instalan en corro rodeando al recién llegado. Un vecino le dice a otro: "Ha arrivato un giollare" y comienzan los adultos a unirse a la concurrencia.

Se trata de un Juglar. Un trotamundos que se dedica a ir de pueblo en pueblo para cantar y tocar instrumentos variopintos. Lo que gana apenas le alcanza para sobrevivir. No conoce el lujo de la vida de los juglares y trovadores de palacio, pero esa vida errante le gusta. Considera que su hogar es todo lugar donde haya un fuego acogedor y un agradable vino. Lleva en ristre una viola que toca con un arco incesantemente. No para de reirse y hacer bailes estrambóticos. Los versos que entona tienen que ver tanto con temas grandilocuentes y gestas antiguas como con otros triviales sobre la vida y sentimientos de la gente sencilla. Durante el tiempo de la función muestra su polivalencia cambiando de instrumentos. Deja la viola y sopla la flauta alegremente. La abandona y rasguea la vihuela mientras sigue cantando...Mientras tanto la gente se divierte y danza alegremente, cogiéndose de los brazos y sudando a más no poder...Durante este intermedio musical han olvidado sus rencillas personales y los problemas quedan aparcados durante un rato. No esta mal el logro para una sola persona...Cuando la actuación acaba el juglar agarra su cuenco de madera y va pasándolo por entre la multitud. Pocas son las monedas que arrojan en este. La pobreza en que se sumen no da para mucho. "Que mas dá...por lo menos tengo para comer un par de días." Quizas otro día haya mejor suerte.

Volvemos a Blackpool, Inglaterra. El chico sigue experimentando con la música, y no lo hace nada mal. De hecho ya toca también la guitarra y el teclado bastante bien, a parte de la flauta travesera. Una tarde de septiembre va con unos amigos a la Feria Medieval que han organizado en la ciudad. El colorido, el decorado y el ajetreo de las personas vivifica todo y le crea un clima de ensoñación, casi de alegre misticismo. Decenas de personas van ataviadas con ropaje medieval y las tabernas y tiendas entoldadas, exhibiendo productos de todas las clases, están llenas de gente que bebe, mira, compra, conversa, y sobre todo, ríe. En una pequeña plazoleta tres personajes caracterizados de época comienzan a hacer una música suave y rítmica con instrumentos peculiares. Una campesina comienza a danzar al ritmo de la cadenciosa música. Sus movimientos son sensuales y sugerentes. La canción trata sobre el amor y el desamor, un tema ya conocido. Se trata de poesía cantada, lirismo puro. Sin apenas darse cuenta nadie el ritmo de la canción se incrementa y comienzan la flauta y la viola a conversar entre ellas alegremente mientras la vihuela marca un ritmo constante. Nuestro chico queda prendado...No sabe que es o que hay en esa música pero le gusta. Se dice a sí mismo: "Joder visten como locos y cantan como el culo...pero hacen poesía". En lo sucesivo buscará información en la literatura sobre estos singulares personajes, medio genios y medio lunáticos. Consigue una vihuela moderna, de la que le gusta su sonoridad aguda y juguetona, casi infantil. Además también se hace con un violín. No puede hacerse con una viola medieval.Hoy en día es un objeto de museo y solo artesanalmente puede conseguirse...

Pasan varios años y estamos al final de la década de 1960. El muchacho ha crecido bastante y ahora se deja barba casi cerrada, cuando años atrás era todavía imberbe. Ha cambiado sustancialmente en todos los aspectos. Viste extravagantemente, con ropa ajustada y de colores, como si fuese un saltimbanqui o un malabarista vagabundo, de esos que pululan por las calles. La gente por la calle le mira con curiosidad, cuando no descaradamente con repugnancia "De donde coño habrá salido este cacho de mierda andante" dice algún viandante de moral anclada y prejuiciosa... Ahora mismo está formando un grupo con unos colegas que ha logrado reunir, todos músicos jóvenes y con influencias múltiples. Todavía no saben como llamarán al grupo. De la cues
tión se encarga Ian Anderson (que así se llama el "harapiento vagabundo"). Ojeando una enciclopedia encuentra un nombre con gran sonoridad: Jethro Tull; Se trata de un agrónomo inglés inventor de una máquina revolucionaria para sembrar. "Tíos, tengo un nombre genial. Vamos a sembrar buena música con él..." Y ya está hecho. El grupo tiene nombre y comienza a tocar, influenciado por tantos estilos musicales que al principio todo parece un caos demoníaco del que no parece salir nada en claro.
Sin embargo todo va cogiendo forma poco a poco y son capaces de encontrar un sonido auténtico dentro de todo ese lago de sonidos extraños y ambiguos en el que se sumergen...

Estamos en una época en que la música parece querer crecer con independencia de todo lo "pasado de moda". Es como si la Historia de la Música no existiera. Todo lo realizado antes del siglo XX no vale...son trivialidades antiguas y aburridas, hay que desecharlas. Lo que vale es lo moderno y no la tradición que pesadamente arrastramos como una cruz. Nada más lejos de la realidad. Todo lo pretérito es la base armónica total. No hay estructura melódica que siglos antes no existiera. Solo cambiamos las características de esta para transformarlas en lo que nos agrada. No tiene sentido pasar por alto esto y repudiar lo que ayer se hizo porque creemos que podemos superarlo hoy. Por eso cada vez más parece que el pasado musical se está muriendo a una velocidad endiablada y es algo que no comprendo ni comparto. Ocurre tanto con la música antigua erudita como con la folklórica. Y son nuestras raices, sin las cuales hoy no creceríamos. Por eso desde mi modesta silla abogo para que esto no ocurra más. La unión de antigüedad y modernidad sigue siendo posible. Es más, se me antoja necesaria. No creo que a este ritmo la música dure muchos años más. Poco a poco se irá perdiendo. Y si encima empiezo a hablar del uso de las computadoras y los armonias artificiales apaga, cierra el chiringuito y vámonos pa'casa...

Desde la modesta sillita en la asiento mi pandero abogo para que la música no acabe nunca, que siga siendo modesta, humana y deudora de sus antecesores. Si esto no se hace muy posiblemente no nos acompañe hasta el fin de los días. Y que gran putada sería, no concibo un mundo sin música, igual que tampoco sin alimento o agua. Poco más tengo que decir. Os dejo un video de Jethro Tull y un cajoncito de reflexiones para que lo habrá quien buenamente quiera...

La música DEBE seguir VIVA.



Moths

The leaded window opened
to move the dancing candle flame
And the first Moths of summer
suicidal came, suicidal came.

And a new breeze chattered
in its May-bud tenderness,
Sending water-lillies sailing
as she turned to get undressed.

And the long night awakened
and we soared on powdered wings,
Circling our tomorrows
in the wary month of Spring.

Chasing shadows slipping
in a magic lantern slide,
Creatures of the candle
on a night-light-ride.

Dipping and weaving
Flutter through the golden needle's eye
in our haystack madness.
Butterfly-stroking on a Spring-tide high.

Life's too long (as the Lemming said)
as the candle burned and the Moths were wed.
And we'll all burn together as the wick grows higher
but before the candle's dead.

The leaded window opened
to move the dancing candle flame.
And the first moths of summer
suicidal came, oh, suicidal came.

To join in the worship
of the light that never dies
in a moment's reflection
of two moths spinning in her eyes.


Luciérnagas

La ventana emplomada abierta
para mover llama de la vela bailarina.
Y las primeras luciérnagas del verano
suicidas llegaron, suicidas llegaron.

Y una nueva brisa parlotea
en su ternura de brote de mayo
Enviando a navegar a los lirios de agua
mientras se da la vuelta para desnudarse

Y la larga noche despertó
y planeamos con las alas empolvadas
Dando vueltas a nuestros mañanas
en el cauteloso mes de primavera

Persiguiendo a las sombras que se deslizan
en un deslizador mágico
Crituras de la vela
en un paseo de luz nocturna

Sumergiéndose y zigzagueando
agitándose a través del ojo dorado de la aguja
en nuestra locura de almiar.
Caricia de mariposa sobre la marea alta de la primavera.

La vida es demasiado larga (como dijo el Lemming)
mientras la vela ardía y las luciérnagas se unían
y todos arderemos juntos mientras crece el pabilo
pero antes de que la vela se apague.

La ventana emplomada abierta
para mover llama de la vela bailarina
Y las primeras luciérnagas del verano
suicidas llegaron, suicidas llegaron.

Para unirse en el culto
a la luz que nunca muere
en el instante de un reflejo
de dos luciérnagas bailando en sus ojos.


Abraxas



"Sin música la vida sería un error" Friedrich Nietzsche (1844-1900)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ian Anderson es el juglar del siglo XX, sin duda alguna. Un dios de la locura.

Anónimo dijo...

Grande Ian Anderson y los Jethro, y todos los anteriores !!
Laitel.